Ex-CTO de Coinbase advierte sobre el impacto potencial de Apple y Google en el principio de la descentralización

Cuando la luminaria tecnológica y ex-CTO de Coinbase, Balaji Srinivasan, habla, Silicon Valley escucha. ¿Su último pronóstico? Una criptotormenta creada por las manos invisibles de los gigantes tecnológicos, Apple y Google. Afirma la posibilidad aparentemente paradójica de que estos defensores de la tecnología se transformen en amenazas encubiertas, socavando la independencia del criptouniverso.

Ex-CTO de Coinbase advierte sobre el impacto potencial de Apple y Google en el principio de la descentralización

Incluso el más mínimo soplo de un giro tan poco probable en la narrativa criptográfica nos obliga a profundizar en el precedente histórico al que hace referencia Srinivasan.

En 2010, la Primavera Árabe fue un testimonio fascinante del poder de las plataformas de redes sociales como Facebook y Twitter para catalizar el cambio sociopolítico.

Sin embargo, diez años después, la atención se centró en la influencia política que tiene la capacidad, o más bien la incapacidad, de un individuo para twittear: el presidente de los Estados Unidos, nada menos.

Tal cambio en la dinámica del poder digital no es inverosímil en las criptomonedas. La adopción de bitcoin (BTC) en El Salvador en 2021 anunció una nueva era de aceptación de las criptomonedas a nivel nacional.

Pero, ¿y si para fines de esta década, la salud financiera de una nación depende de sus tenencias de bitcoins?

La criptoguerra invisible: las grandes tecnológicas y los gobiernos

Imagine un escenario en el que el gobierno federal de EE. UU., en lugar de lanzar un ataque convencional del 51 %, obligue a gigantes tecnológicos como Apple y Google a buscar claves privadas en servidores, dispositivos y navegadores bajo su control.

Esto ya no es una hipótesis; es un escenario que el ex director de tecnología de Coinbase, Balaji Srinivasan, cree firmemente que podría desarrollarse.

No estamos hablando de un escenario de ciberdelincuencia, sino de una ciberguerra en toda regla. Esto va más allá de un hacker solitario escabulléndose de un archivo.

En cambio, es similar a los directores ejecutivos de las principales empresas tecnológicas que autorizan efectivamente un ataque a sus clientes. Un inquietante paralelo a esto se vio a principios de 2022, durante la guerra entre Rusia y Ucrania, cuando todas las empresas tecnológicas se volvieron contra 140 millones de rusos designados como enemigos estatales.

Objetivo y defensa: trillones de dispositivos, ningún refugio seguro

En este fuego cruzado digital, miles de millones de iPhones, teléfonos Android, computadoras portátiles Mac, navegadores Chrome y aplicaciones de Google podrían ser objetivos potenciales.

Un pensamiento aleccionador es que China también podría ordenar a sus fabricantes nacionales de teléfonos inteligentes que hicieran lo mismo. La pregunta sigue siendo, ¿cuál sería nuestra defensa contra esta ciberofensiva de amplio alcance?

El CEO de Apple, Tim Cook, conocido por defender el cifrado de extremo a extremo, podría resistir la presión. Pero, ¿qué pasa si la confianza en el sistema operativo se ve comprometida?

Linux surge como un posible refugio, pero incluso los dispositivos e intercambios basados ​​en Linux podrían no escalar o volverse susceptibles a ataques similares.

En busca de respuestas: un dilema sociopolítico

En esta crisis de confianza, las respuestas no son sencillas. La solución podría residir en medidas sociopolíticas en lugar de únicamente tecnológicas.

Esto nos lleva al quid de la cuestión: en un mundo que se apoya cada vez más en las criptomonedas, ¿podrían los gigantes tecnológicos en los que confiamos a diario transformarse en riesgos sistémicos para la seguridad y la independencia de las criptomonedas?

Si bien la narrativa puede parecer distópica, merece reflexión, un llamado a pensar más allá de la promesa tecnológica de las criptomonedas y hacia las amenazas potenciales que acechan en las sombras de nuestra dependencia digital.

Esta situación subraya la importancia de mantener y fortalecer la descentralización en el corazón de las criptomonedas y garantizar que ninguna entidad pueda alterar el equilibrio, sin importar cuán influyente sea.

A través de la lente de estas posibilidades, debemos reexaminar nuestro enfoque de los criptoactivos, no solo como una revolución tecnológica, sino como una transformación sociopolítica que podría dar forma al destino de naciones e individuos por igual.

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