Incluso el más mínimo soplo de un giro tan poco probable en la narrativa criptográfica nos obliga a profundizar en el precedente histórico al que hace referencia Srinivasan.
If 2016 was the first Twitter election, 2024 may be the first Bitcoin election.
— Balaji (@balajis) May 21, 2023
En 2010, la Primavera Árabe fue un testimonio fascinante del poder de las plataformas de redes sociales como Facebook y Twitter para catalizar el cambio sociopolítico.
Sin embargo, diez años después, la atención se centró en la influencia política que tiene la capacidad, o más bien la incapacidad, de un individuo para twittear: el presidente de los Estados Unidos, nada menos.
Tal cambio en la dinámica del poder digital no es inverosímil en las criptomonedas. La adopción de bitcoin (BTC) en El Salvador en 2021 anunció una nueva era de aceptación de las criptomonedas a nivel nacional.
Pero, ¿y si para fines de esta década, la salud financiera de una nación depende de sus tenencias de bitcoins?
La criptoguerra invisible: las grandes tecnológicas y los gobiernos
Imagine un escenario en el que el gobierno federal de EE. UU., en lugar de lanzar un ataque convencional del 51 %, obligue a gigantes tecnológicos como Apple y Google a buscar claves privadas en servidores, dispositivos y navegadores bajo su control.
Esto ya no es una hipótesis; es un escenario que el ex director de tecnología de Coinbase, Balaji Srinivasan, cree firmemente que podría desarrollarse.
STOPPING THE BACKDOOR ATTACK
In 2010, even after Twitter and Facebook helped catalyze the Arab Spring, people still would have thought it implausible if you'd said "in ten years, the most important political issue in the world for a few days will be whether the President of the…
— Balaji (@balajis) May 19, 2023
No estamos hablando de un escenario de ciberdelincuencia, sino de una ciberguerra en toda regla. Esto va más allá de un hacker solitario escabulléndose de un archivo.
En cambio, es similar a los directores ejecutivos de las principales empresas tecnológicas que autorizan efectivamente un ataque a sus clientes. Un inquietante paralelo a esto se vio a principios de 2022, durante la guerra entre Rusia y Ucrania, cuando todas las empresas tecnológicas se volvieron contra 140 millones de rusos designados como enemigos estatales.
Objetivo y defensa: trillones de dispositivos, ningún refugio seguro
En este fuego cruzado digital, miles de millones de iPhones, teléfonos Android, computadoras portátiles Mac, navegadores Chrome y aplicaciones de Google podrían ser objetivos potenciales.
Un pensamiento aleccionador es que China también podría ordenar a sus fabricantes nacionales de teléfonos inteligentes que hicieran lo mismo. La pregunta sigue siendo, ¿cuál sería nuestra defensa contra esta ciberofensiva de amplio alcance?
El CEO de Apple, Tim Cook, conocido por defender el cifrado de extremo a extremo, podría resistir la presión. Pero, ¿qué pasa si la confianza en el sistema operativo se ve comprometida?
Linux surge como un posible refugio, pero incluso los dispositivos e intercambios basados en Linux podrían no escalar o volverse susceptibles a ataques similares.
En busca de respuestas: un dilema sociopolítico
En esta crisis de confianza, las respuestas no son sencillas. La solución podría residir en medidas sociopolíticas en lugar de únicamente tecnológicas.
Esto nos lleva al quid de la cuestión: en un mundo que se apoya cada vez más en las criptomonedas, ¿podrían los gigantes tecnológicos en los que confiamos a diario transformarse en riesgos sistémicos para la seguridad y la independencia de las criptomonedas?
Si bien la narrativa puede parecer distópica, merece reflexión, un llamado a pensar más allá de la promesa tecnológica de las criptomonedas y hacia las amenazas potenciales que acechan en las sombras de nuestra dependencia digital.
Esta situación subraya la importancia de mantener y fortalecer la descentralización en el corazón de las criptomonedas y garantizar que ninguna entidad pueda alterar el equilibrio, sin importar cuán influyente sea.
A través de la lente de estas posibilidades, debemos reexaminar nuestro enfoque de los criptoactivos, no solo como una revolución tecnológica, sino como una transformación sociopolítica que podría dar forma al destino de naciones e individuos por igual.